Darse cuenta

Ella seguía viviendo en su burbuja. Voló hasta Australia sintiendo que es allí donde pertenece y de donde no debería haberse marchado. ¿Qué le había dado, qué le está dando España para que siga permaneciendo allí? Se reencuentra con la abuela paterna que tenía tantas ganas de abrazarla y de llevarla al cine. Sabía que en cartelera estaría “Lo que el viento se llevó”. Sabía que era la película favorita de su “Nana”, así la llamaba desde que tenía uso de razón. Y allí se adentraron, hacia la sala, por un pasillo de luz tenue, en aquella sala de cine que olía a rancio, la sala vacía solo para ellas. Cada vez que la nana escuchaba la frase tan famosa y desgarradora de Scarlett «¡A Dios pongo por testigo…!” siempre, siempre terminaba llorando, desconsolada y ella, junto a su nana, no podía más que abrazarla y acompañarla en el llanto. De repente la nana se está asfixiando, sin saber muy bien por qué, o quizás sí, ¿por la pena? -desde que el abuelo murió la nana no ha querido seguir viviendo-. Y allí estaban, corriendo hacia el hospital. Llamó a su hermano y se encontraron en la sala de espera. 

La operación iba a ser muy costosa, junto con la estancia en el hospital. ¿de dónde iba a sacar tanto dinero? Su hermano le dijo que no se preocupara, le enseñó todo lo que llevaban recaudado en Gofundme ¡cuatro mil dólares australianos! ¡Pero cómo es posible! ¡¿quién era toda esa gente y por qué estaban donando dinero para una persona que no conocen de nada en absoluto?! Comenzó a discutir con su hermano, ella sabía que él era un arrogante, egoísta y presuntuoso que sólo le importaba el dinero y siempre encontraba alguna manera de conseguirlo a costa de los demás. 

Pero esta vez no, ella no iba a permitir que su hermano usara a la nana para sus chanchullos. Él y esa noviecita que tiene ahora, la “barbie” como la llama la nana, frívola y calculadora como él, son tal para cual. Era por todos sabido que se detestaban, pero eso no importaba ahora. Tenía que pensar de qué manera evitar que consiguieran ese dinero. 

¿Qué está pasando? ¿por qué tanto revuelo? Fue a ducharse y a cambiarse de ropa y al regresar, de camino a la habitación de la nana, estaba toda la familia allí, las enfermeras y el doctor. No puede ser, no justo ahora. Había ido a verla, a que la salvara, a encontrar algún motivo que la ayudara a abandonar, a huir, sí, estaba queriendo huir de todo lo que le ataba a España. 

Una ráfaga de viento fuerte estremeció la persiana de su cuarto. Despertó. Estaba amaneciendo, hacía frío de nuevo. Café en mano y mirada perdida desde su ventana hacia las hermosas montañas de Anaga, cayó en la cuenta de que era doce de mayo. Hoy hace catorce años que la nana se fue. 

Publicado por Daf_Rip

Aprendiendo a contar historias.

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